A veces puede ocurrir que vivamos emociones sin relación con nuestra realidad: desesperación aun cuando todos nos va bien, ira injustificada, culpa constante e irracional,….etc. Son emociones que sólo cobran sentido a través de una constelación familiar, en la que aparece la vivencia y la emoción de un antepasado, al que imitamos desde nuestra fidelidad inconsciente con un ancestro que necesita ser reconocido y aceptado por la familia.
Por nuestra herencia genética tenemos una vinculación especial con unos cuantos antepasados. No hay más que observar a quien nos parecemos, física y moralmente. La vida entera de estos antepasados anida en la nuestra. Cuando los aspectos negativos de una persona superan los positivos, cuando la persona muere bajo el shock de un accidente, cuando vive amenazado por el temor o la vergüenza, cuando no es aceptado por el clan familiar, cuando ha vivido desde la escasez del amor o la validación, al morir, esta persona sigue presente . Lo que no pudo asumir o superar en vida, lo tiene que vivir un descendiente por ella. Este ancestro excluido o “diferente” va a buscar ser visto a través de la vida de un ser más joven para ser comprendido, aceptados, visto “con otros ojos” y de esta forma, ordenar y reparar los vínculos familiares.